
Podría ser un día en la playa como cualquier otro: la familia llevó comida, toallas que acomodó sobre la arena, sombrillas para protegerse del sol, sandalias, lentes y sombrero.
Leo y Lucía, cada uno sentado en una silla, platican tomados de la mano, con un único inconveniente: uno de ellos está en México, el otro en Estados Unidos y los separa una reja de barrotes de acero de siete pulgadas de grosor.
Como Leo y Lucía, decenas de familias con integrantes de uno y de otro lado de la frontera se citan cada fin de semana en el Border Field State Park, del lado estadounidense, y Playas de Tijuana, del lado mexicano.
Paradójicamente, antes de la construcción de la reja el parque se llamaba Friendship Park (Parque de la Amistad), y la gente podía pasar libremente de un lugar al otro.
Ahora, los familiares de uno y otro lado conversan, comen algo juntos y se toman de la mano así, sin abrazos.
"Nos hablamos por teléfono y nos ponemos de acuerdo; buscamos la manera de estar juntos", explica Lucía, quien vive en Tijuana. Más
Leo y Lucía, cada uno sentado en una silla, platican tomados de la mano, con un único inconveniente: uno de ellos está en México, el otro en Estados Unidos y los separa una reja de barrotes de acero de siete pulgadas de grosor.
Como Leo y Lucía, decenas de familias con integrantes de uno y de otro lado de la frontera se citan cada fin de semana en el Border Field State Park, del lado estadounidense, y Playas de Tijuana, del lado mexicano.
Paradójicamente, antes de la construcción de la reja el parque se llamaba Friendship Park (Parque de la Amistad), y la gente podía pasar libremente de un lugar al otro.
Ahora, los familiares de uno y otro lado conversan, comen algo juntos y se toman de la mano así, sin abrazos.
"Nos hablamos por teléfono y nos ponemos de acuerdo; buscamos la manera de estar juntos", explica Lucía, quien vive en Tijuana. Más
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