
de todos sus familiares y pueblo Dominicano
por la perdida irresparable de tan insigne
ciudadano y defensor del pueblo, de lo cual
fuimos testigos, ya que tuvimos la honra de
compartir algunos momentos de su vida.
Paz a sus Restos: V Avila/El Tunel
Santo Domingo.-Murió ayer a la edad de 87 años, quien fuera el primer obispo de Higüey, monseñor Juan Félix Pepén. Hoy, el arzobispo de Santo Domingo Nicolás de Jesús Cardenal López Rodríguez encabezará una misa de cuerpo presente, en una ceremonia que tendrá lugar en la Catedral Primada de América a las 10:00 de la mañana. Cuando concluya la ceremonia religiosa, los restos mortales de Pepén serán trasladados a la provincia La Altagracia.
Será sepultado en la Basílica Nuestra Señora de La Altagracia, en un sarcófago de mármol blanco, el lunes al mediodía.
Según las informaciones recogidas ayer, monseñor Pepén murió en la paz de su hogar del ensanche Evaristo Morales. Se destacó como un gran consejero en los asuntos eclesiásticos, por su gran carisma, la moderación de sus juicios, lo que expone en una autobiografía que escribió hace años. Era hijo de Felisindo Pepén y de Luisa Solimán, Nació en Higuey el 27 de enero de 1920, lo ordenaron de presbítero el 29 de junio de 1947 y de obispo el 31 de mayo de 1959.
En la década de los ochenta y los noventa, Pepén era una de las figuras más destacadas en lo que se refiere a la vigilancia y la crítica a las actitudes negativas de los gobiernos, los partidos políticos y el sector empresarial. En su prédica abogaba siempre por la igualdad entre los dominicanos, el fortalecimiento de la educación y la lucha sin pausas contra el hambre, la insalubridad y la pobreza.
La prensa de la época lo retrata como un conciliador que buscaba alternativas o intentaba buscarlas desde el púlpito, para que los gobernantes hicieran mejores realizaciones en favor de los dominicanos
En los artículos que escribía resaltaba que en República Dominicana la educación había tenido sus altas y sus bajas, y que era muy difícil dar una respuesta simplista a la crisis de ese sector.
Al mismo tiempo se resalta su clamor permanente de que se evitara la ley del más fuerte y se aplicara lo que él denominó la ley del amor.
Para él en la sociedad existían lastres, como el egoísmo, que debían cercenarse para mejorar las condiciones humanas, materiales y espirituales del dominicano.
Fue definido como un patriota que en ningún momento abjuró de sus compromisos con su fe y su pueblo.
Fue un hombre de paz que sirvió al país toda su vidaDurante toda su vida el sacerdote fue siempre un defensor de las causas universales de la Iglesia Católica y en muchas ocasiones llamó a la reflexión sobre los temas de mayor interés que podían afectar a la feligresía. Sus declaraciones eran fervientes en contra de las prácticas en la usura del comercio, aplicada a los sobreprecios de los artículos de primera necesidad, y apelaba a la conciencia de los comerciantes.
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